Page 11 - Integración del diseño en el ferrocarril como estrategia de innovación
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03. DISEÑO, FUNCIONALIDAD Y ESTÉTICA
EN LAS ESTACIONES
3.1. Arquitectura en las estaciones (exterior e interior)
El entorno ferroviario está esencialmente orientado al servicio público y, por lo tanto, a
los pasajeros. Sin embargo, aunque sean los más numerosos, éstos no son los únicos
actores presentes en las estaciones. Las estaciones han evolucionado desde
arquitecturas concebidas como obras de arte: Atocha y Canfranc, por ejemplo, austeras
hacia el usuario, casi industriales hasta una nueva concepción, en contraste, donde las
nuevas estaciones han ganado en comodidad del usuario, pero queda mucho margen
de mejora e innovación en aspectos como la gestión de las distancias recorridas por los
pasajeros, la racionalización de los flujos y la gestión de los cambios de nivel. Desde el
punto de vista de operador ferroviario, la estación del futuro debe responder a un
concepto de espacio y servicio coherente con la movilidad deseada por los viajeros.
El diseño, como tal, debe ir más allá del aspecto estético e integrar en el mismo la
“funcionalidad de la estación” orientada al usuario, entendiendo como funcionalidad la
creación de itinerarios eficientes que minimicen, entre otros aspectos, su tiempo de
tránsito por la estación.
Las estaciones del futuro deberían diseñarse con criterios arquitectónicos de tipología
eminentemente internacional (respondiendo a un concepto global) pero no por ello
ajenos a la adopción de características arquitectónicas de ámbito local que supongan un
valor añadido, y reconocibles fácilmente desde percepciones culturales, formales e
incluso de hábitos de costumbre. Con ello se contribuirá a que las estaciones, en su
acepción funcional más amplia, sean además de una referencia de progreso, tecnología
e intermodalidad, centros de marcada vocación y actividad sociales en las ciudades en
que se encuentren.
Los nuevos diseños deben priorizar la integración con otros medios de transporte y de
los accesos peatonales, reduciendo el bloqueo de acceso en superficie (como suponen
las propias vías férreas) o los espacios adyacentes inutilizados para el usuario general
con los aparcamientos en la superficie. Deberían permitir al ferrocarril coexistir con otros
modos de transporte, ofreciendo al viajero un entorno de movilidad completo, ágil,
sencillo y accesible. Todos aquellos modos de transporte incluidos estarían organizados
“sin costuras” entre ellos, gestionados de forma coordinada para conseguir el objetivo
de movilidad. La configuración asimismo debería ajustarse a una posible clasificación de
estaciones de acuerdo a diversos parámetros (demanda viajeros, ubicación geográfica,
tipo de servicios ferroviarios ofertados…) que establecerían un diseño concreto.
El otro gran margen de mejora se presenta en las zonas auxiliares, que no tienen el
mismo grado de visibilidad que las zonas públicas, pero cuyo diseño más funcional y
ergonómico afecta directamente al rendimiento y productividad de los trabajadores y
redunda en el funcionamiento de la estación.
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