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(la proximidad en trenes de alta velocidad), implica unir ciudades en código laboral entre
100 y 600 km, cambiando la manera de vivir y aportando nuevas opciones para los
servicios y las tecnologías avanzadas. El reto de las ciudades es migrar los modos de
movilidad actuales hacia otros que sean más sostenibles, siendo la columna central de
cualquier modelo sostenible el transporte público de calidad combinado con transportes
complementarios como la bicicleta, vehículos de micromovilidad y, evidentemente,
caminar.
Los usuarios del transporte público piden poder realizar desplazamientos puerta a puerta
de manera rápida y confortable, por lo que el transporte público tiene que garantizar
una adecuada frecuencia de servicio, velocidad comercial, calidad del servicio y
puntualidad. El material rodante ferroviario se tiene que adaptar para, por ejemplo,
albergar de forma segura otros modos de transporte como bicicletas y patinetes. Sólo
un transporte público con estos atributos, junto con la promoción de los modos de
transporte activos y otras medidas de control de la circulación de los vehículos, puede
impulsar el cambio modal necesario.
No es menor la importancia de diseñar adecuadamente los nodos en los que se realiza
el intercambio entre modos: los intercambiadores, independientemente de su tamaño.
Cualquier estación ferroviaria debe ser un intercambiador, un nodo en el que pasar de
forma ágil, sencilla y segura de un modo a otro.
La evaluación de estaciones se debe llevar a cabo considerando los medios de los
usuarios, la densidad de los flujos y la adaptación para el uso. Es decir, hay que ofrecer
la conexión con medios colectivos, valorar los modelos de densidad de viajeros para
ajustar la oferta y demanda, ofrecer espacios para el transporte privado y que el acceso
a todos ellos sea próximo y seguro, especialmente en el caso de patinetes o bicicletas.
También tienen que dar soluciones a la intermodalidad entre los servicios ferroviarios y
los vehículos de micromovilidad, mediante aparcamientos seguros de estos vehículos en
las estaciones. En caso de mercancías, igualmente, se debe valorar el flujo de mercancía
y cómo llegará para adaptarla a los muelles de carga.
Al reto de la excelencia operativa en el servicio ferroviario se le suma el reto de la gestión
de la intermodalidad de sus servicios con otros medios de transporte complementarios
para poder asegurar los desplazamientos puerta a puerta. El material rodante tendrá
que ser también escalable, para trabajar en el óptimo, para variar la capacidad del
vehículo fácilmente incluso a lo largo del día. Ejemplo: ratio asientos/superficie pisable,
longitud del tren, etc. El transporte por ferrocarril es un medio de transporte que cuenta
con una elevada capacidad, apta para un transporte masivo, poco capilar, limitación que
se pone en evidencia en zonas con menor densidad urbana.
Finalmente, la Inteligencia Artificial unida a Algorítmica Avanzada en predicción de
demanda puede ser de utilidad para adaptarse al cambio, tanto la demanda como la
oferta en movilidad. Por parte de los operadores ferroviarios, el reto radica en integrar
con los servicios propios los modos complementarios de transporte público, realizando
un diseño de los servicios que permita un transbordo efectivo y que la información de
tiempos de paso de los diferentes medios sea consultable en tiempo real.
DESCARBONIZACIÓN
La necesidad de reducir las emisiones de CO₂, por un lado, y el desarrollo de las
tecnologías limpias, renovables y más económicas, por otro, han creado las condiciones
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